Querida Paz,

Estoy de vuelta en Rotterdam después de un viaje muy largo y hermoso, del que va a ser difícil reponerme. Pasé por Santiago, Valparaíso, Punta de Tralca, San Diego, Los Ángeles, Honolulu, Puerto Escondido y Ciudad de México. Como obviamente terminar algo así me dejó sumamente emo, me puse a leer poesía y en Poemas de la Realidad Secreta, una antología de Jorge Teillier, encontré unos versos que me recordaron este tema de la emergencia climática que nos abruma tanto, específicamente ese estado atroz de sequía permanente que pude experimentar durante mis días en Chile. Bueno, este es un extracto de un poema que se llama La Tierra de la Noche:

Hace un mes que no llueve.
Nidos vacíos caen desde la enredadera.
Los cerezos se apagan como añejas canciones.
Este mes será de los muertos.
Este mes será del espectro
de la luna del verano.

🙁

Lo primero que te quiero contar es algo terrible que descubrí que existe en Estados Unidos: mientras la lógica indica que las tecnologías autónomas deberían promover el cuidado ambiental, resulta que hay gringos que en nombre de la “libertad” desarrollan máquinas dedicadas explícitamente a contaminar, se trata de una práctica que se llama rolling coal y consiste en modificar un vehículo para que emita la mayor cantidad de polución posible en la forma de un humo negro que sale de unos tubos. Cuando estábamos en San Diego, el Pondicito me mostró una camioneta modificada de esta forma, me explicó la cuestión y yo no le podía creer, no me cabía en la cabeza, después en el hotel miramos Youtube y está lleno de videos de gente que hace esto (Youtube por supuesto no considera este contenido digno de moderarse aunque sea una práctica ilegal).

Nunca había estado en el sur de California y en términos medioambientales quedé aún más decepcionada de lo que imaginaba. Realmente los gringos llevan un estilo de vida insostenible con ellos y con el resto del mundo. Era una locura ver tantos autos en todas partes, autopistas de ocho carriles por lado en medio de la ciudad, tantos campos de golf. Se me hizo muy difícil imaginar que podría haber algún tipo de iniciativa que remedie la enorme cagada que tienen (y eso que era California que se supone que es un poco más progresista que el resto de Estados Unidos). Eso me hizo pensar que mucha de la incidencia y filantropía ambiental que viene de EEUU no es más que un juego político que no cambia nada, por ejemplo el caso de Jeff Bezos, el dueño de Amazon y el hombre más rico del mundo que esta semana anunció un fondo de diez mil millones de dólares para financiar actividades contra la emergencia climática. Sin embargo, sus mismos trabajadores organizados exponen la incoherencia de esta acción considerando la alianza de Amazon con empresas extractivistas de petróleo y gas, el financiamiento de think-tanks negacionistas de la emergencia climática, los niños que viven cerca de las bodegas de Amazon que tienen problemas pulmonares por las emisiones de diesel que contaminan pequeños pueblos y por supuesto el acoso laboral contra los empleados de la empresa que intentan denunciar estas prácticas.

Bueno, este horror ecológico monumental lo he tratado de compensar con cosas bonitas que han pasado como el lindo de Joaquin Phoenix hablando contra el especismo al ganar el Oscar a mejor actor por su interpretación del Bromas. Me encanta que la palabra especismo sea tan odiada en redes sociales, me hace sentir que claramente es un tema por el que vale la pena pelear <3 Esto lo conecté con un ensayo académico que escribí hace un par de años sobre vegetarianismo y desobediencia donde en una parte utilizo un estudio que describe las representaciones derogatorias de los vegetarianos y veganos en la prensa. Por ejemplo, en una muestra de 397 artículos sobre el tema, un 74,3% contenían una visión negativa de la práctica vegetariana, utilizando narrativas como la ridiculización, considerar el veganismo como imposible de sostener, caracterizar a los veganos como hipersensibles y hostiles, entre otros.

Así que yo como buena vegetariana hipersensible, hostil, abrazadora de árboles, terminé mi viaje en esa misma sintonía: en México en una limpieza energética utilizando hierbas obtenidas en el Mercado de Sonora. Fui muy afortunada de estar con mi amiga Liliana, hermosa hacker poseedora de esta sabiduría ancestral, y nuestro ritual me hizo tan bien, fue tan revelador, que no me cabe duda que para enfrentar esta crisis planetaria hay que mirar hacia estas tecnologías y conocimientos locales y no a los gringos y su pensamiento monstruoso. Los pésimos antecedentes ecológicos del imperialismo lo confirman. Cacha que mi amigo el Ventolin ¿Te acordai de él? Está tan lindo como siempre, bueno, él me llevó un día al increíble Museo de Antropología y ahí aprendí sobre cómo la colonización española fue central en la desecación del lago Texcoco que rodeaba la actual Ciudad de México porque mientras la ingeniería hidráulica precolombina funcionaba de lo más bien, teniendo a Tenochtitlán en una situación parecida a la de Venecia, la intervención española en estas obras hizo que que la laguna de México desapareciera a los pocos años de consumada la Conquista. Entonces obvio que pienso: ¿A qué piño hay que creerle? ¿Al de la sabiduría ancestral o al de los ahueonados que intervienen sus camionetas para contaminar a propósito?

Bueno, en cualquier caso estoy agradecida de este paseo que estuvo tan lleno de amor multidimensional. Cacha que con el Pondi un día nadamos en medio de una tormenta en la isla donde hicieron Jurassic Park ¿Preparación para el Apocalipsis? También vi muchos animales hermosos que me recargaron de alegría: tortugas hawaianas, ardillas chilangas, focas californianas y legados posthumanos ordinariamente indelebles como la estrella de Lassie en el paseo de la fama xd

Un beso,

Danae


Amiga D,

Después de muchos días de descanso y reparación, es la primera vez que prendo la compu y es para escribirte <3 Qué lindo recibir noticias tuyas porque creo que, entre antiespecimos y visitas a Mesoamérica, de nuevo estamos en pura sincronía (feat Javiera Mena).

Por ejemplo, leí un libro que se llama El Ingenio de los Pájaros de Jennifer Ackerman que, en el fondo, es un continuo cuestionamiento a la idea de que la especie humana es la única forma de inteligencia en la Tierra. En cierto sentido, te lleva a la pregunta muy Haraway, Despret y toda esa onda: cuando interrogamos a las otras especies, ¿es la medida de lo humano lo que interrumpe nuestra comprensión de ellos? Esta idea me ronda siempre cuando se habla de Inteligencia Artificial: ¿de qué inteligencia estamos hablando? ¿Quién habla detrás de ese concepto? ¿Qué intereses persigue?

En el libro me enteré de la existencia del Cenzontle (que en náhuatl significa ave de las 400 voces), un pájaro que tiene la capacidad de imitar los cantos de otras aves. Muy militante de la supremacía humana, hasta ahora nunca había pensado en la complejidad que significa aprender, memorizar y reproducir otro canto. Se dice que es similar a la capacidad que tienen algunos humanos de aprender y reproducir exactamente otro idioma. Pero eso no es lo más impresionante. Leí por ahí que, al ser el Cenzontle un ave con el plumaje bastante deslavado, el mito indígena de su origen es que cuando los dioses crearon a los pájaros, el Cenzontle llegó tarde y ya se habían agotado los colores para pintarlo, por lo que las divinidades lo premiaron con la capacidad de 400 cantares: UwU

Cuando leo estas cosas pienso: el lenguaje tecnológico-científico, entre revistas académicas y tecnocracia, ha perdido por completo el lenguaje poético, esencial para la comprensión del mundo en su complejidad y, por consiguiente, para enfrentar la crisis climática. No se trata de -como dice la gente aburrida casi interesadamente- de negar ni el método científico ni nada de eso: se trata de recuperar cierta belleza y profundidad del lenguaje filosófico. Un poco lo hablamos el mes pasado en Gatito Earth con el ensayo de Zadie Smith. Astra Taylor sacó hace poco un artículo que habla un poco de lo mismo: la noción del pasado, el presente y el futuro son registros que la crisis climática condensa en un solo tiempo, y esa complejidad es solo alcanzable de entender si rescatamos conceptos y tradiciones que, injustamente, fueron catalogadas como reliquias por la cultura dominante.

Esto lo pensé vívidamente en Teotihuacan. Caminando por sus ruinas, recordando mi lectura de esos días del libro sagrado Quiché, el Popol Vuh, y reconociendo en sus geometrías la conexión compleja entre ambiente, inframundo y seres humanos, pensé en tres cosas:

1. Tal como se concluye de la misma Astra Taylor, rogar por “soluciones tecnológicas” a la crisis climática es, exactamente, nuestro camino a la destrucción. ¿La último sobre solucionismo tecnológico? El lobby del World Economic Forum (WEF) sacó un “estudio” en enero del 2020 sobre cómo el 5G ayuda a disminuir la huella de carbono. Algo sospechosamente parecido a este publireportaje de Huawei

2. Sinceramente, no hay forma que salgamos vivos de la crisis climática con el Hombre Moderno (lo pongo en masculino de forma intencionada), cuando nuestra especie sube bulliciosamente por las pirámides sagradas de otras civilizaciones para sacarse selfies espirituales haciendo posiciones de yoga. 

3. Las civilizaciones se extinguen. Ocurrió antes y seguirá ocurriendo y qué tanto dramatismo si ahora nos toca a nosotras. Y pasan cientos y miles de años y quizás encuentren nuestra basura -el mejor de nuestros monumentos- y reconstruyan lo que fuimos.

Abrazo, d. A propósito de la fascinante Mesoamérica, te dejo con lo más hermoso de la Tierra después de los gatos: los quetzales.

p.