Amiga Paz,

Qué extraño es hacer las cosas de la vida normal en este contexto de pandemia global. De cualquier forma he estado pensando en el clima todos los días, creo que viviendo en Inglaterra se me pegó eso de estar siempre atenta a la temperatura y a anhelar como una plantita los rayos de sol.

Acá en Rotterdam los días han estado preciosos, hace harto calor, y como tengo la suerte de tener un balcón grande me he dedicado mucho a estar afuera, cuidar las plantas y ver como todo se enverdece. Pero como de algo hay que atraparse, necesariamente pienso en algo que mencionaba James Bridle en su libro New Dark Age: “un clima agradable es por lo general un clima que está mal”. Esto desde una perspectiva súper europea, donde hay una historia centenaria de vivir cagados de frío y donde ahora nos encontramos con caleta de días de sol al año y nos ponemos contentas pero en el fondo sabemos que es porque algo anda mal.

En este mismo libro hay una sección completa sobre interacciones entre tecnología y clima y encontré mucha información que podemos utilizar para hacer futuras investigaciones. Me pareció urgente por ejemplo saber que el acceso a internet se va a dificultar porque los cables se van a sobrecalentar ya que no resistirán el aumento de temperaturas. Es como cuando tu teléfono está hirviendo porque lo dejaste al sol y avisa que se tiene que enfriar para volver a usarse. Bueno, eso va a pasar con todo tipo de infraestructura, es posible que tengamos apagones de internet en localidades completas y hay gente que estima que a mediados de siglo ya empezarán los primeros casos.

En relación con la pandemia, me gusta ver focos de análisis con cierta claridad respecto al hecho de que los factores ambientales incrementan los riesgos, es el caso de la contaminación del aire por ejemplo. Me gustaría que esa visión le ganara a aquella que propone que con apps e inventos todo esto se va a resolver. Acá en Holanda ponte tú se les ocurrió una especie de teletón de las apps donde hay gente haciendo aplicaciones que supuestamente solucionarán este problema. Lo bueno es que hay sociedad civil alertando de los problemas de vigilancia y privacidad que estas apps producen y en general sobre la pérdida de tiempo de montar semejante show. En ese sentido, me inspiró esta noticia en la que un chancho se comió un podómetro que probaba su condición de free range, luego lo cagó y el aparato inició un incendio que consumió 75 metros cuadrados. Jajaj sé que no es para alegrarse pero puta qué bacán cuando la misma vida prueba que ésta es imposible de domar con tecnologías bienintencionadas.

Mira, no quiero decir que lo he pasado bien estos días de encierro pa que no lleguen los fundamentalistas de internet a huevearme por privilegiada (LOL), pero he estado mejorándome a mi misma con caleta de amor y arte. Esto me hizo sentido al pasar mis notas del libro Pleasure Activism de adrienne maree brown, en el que explica una afirmación de la ídola Octavia Butler donde dice que “el Apocalipsis nos envejece y nos ecualiza”. Dentro de todo, el actual es un momento que nos permite ver cuáles son las cosas a las que les habíamos estado dando importancia y a la vez ver cómo emergen las pulsiones de lo que verdaderamente nos importa. También obviamente he estado escuchando mucha música y volviendo a revisar el amadísimo Re de Café Tacvba me detuve en la canción Trópico de Cáncer y la encontré una fábula muy pertinente para describir la relación entre crisis climática y adoración capitalista a hacer negocios:

Cómo es que te vas salvador de la compañía. Si todavía hay mucho verdor. Si el progreso es nuestro oficio. Y aún queda por ahí mucho indio que no sabe lo que es vivir en una ciudad como la gente. Que no ves que eres un puente entre el salvajismo y el modernismo. Salvador el ingeniero, salvador de la humanidad. Está muy bien lo que tú piensas pero por qué no te acuerdas que la nuestra es una civilización muy avanzada como dice la gente. Que no ves que nuestra mente no debe tomar en cuenta a ecologistas indigenistas retrogradistas ni humanistas.

Ay mis Ingenieros Civiles y Asociados no crean que no me duele irme de su lado pero es que yo pienso que ha llegado el tiempo de darle lugar a los espacios sin cemento. POR ESO YO YA ME VOY, NO QUIERO TENER NADA QUE VER CON ESA FEA RELACIÓN DE ACCIÓN, CONSTRUCCIÓN, DESTRUCCIÓN.

Así que, amiga, te dejo en ese tono, diciéndole chao a Silicon Valley, el petróleo ya fue y ellos también van a acabarse. Me voy, no quiero tener nada que veeeeeer

Danae


Qué bueno saber de ti, querida d.

Qué loco ver que la última vez que te escribí, Italia entraba al confinamiento. Ahora los muertos suman en el mundo y yo misma estoy confinada en Santiago, como tú en Rotterdam y, te digo, es muy extraño estar viviendo el cotidiano en pandemia con un estado neoliberal. Es la permanente sensación de desamparo y humillación: un sálvense quien pueda y un “alguien se tiene que morir” (y no será la elite). Pero también es un permanente moralismo que nuestro ser neoliberal sabe explotar tan bien y, como tú dices, te saca las culpas de inmediato: no vayas a encontrar un mínimo placer en el confinamiento, ES UN PRIVILEGIO. Me he enterado, por ejemplo, que tener trabajo en medio de la pandemia es un privilegio y no un derecho, como pensaba :S

He estado medio paralizada en las lecturas. Supongo que de neura y de cansada. Pero de por ahí y por acá, me gustó esto que escribió Geoffroy De Lagasnerie, que habla -entre otras cosas- de esa idea de los humanos como virus, de que el problema somos nosotres, en esa rara transferencia para no hablar del sistema económico o, como si el sistema económico fuera equivalente a la humanidad. Apela, supongo, a la peligrosa idea antropocéntrica y también patriarcal de la “naturaleza” que Timothy Morton (del que ya habíamos hablado) también denuncia.

Además De Lagasnerie habla de cómo el confinamiento privilegia las formas más conservadoras e institucionalizadas de relación: tú te quedas con tu familia, ¿con quién se confinan los amantes? ¿Y les trabajadores sexuales? A propósito de esto, la pandemia me ha hecho pensar mucho en cómo las tecnologías son tan cómodas al capitalismo en su higienización del borrado forzado que hacen de la clase trabajadora. Por ejemplo, Amazon, en el mundo desarrollado, o Rappi y esos servicios, en este lado del mundo: sus trabajadores mal pagados se enferman y mueren, pero con dos botones y sin verlos ni toser tengo yo en la puerta de mi casa todos los abarrotes para mi confinamiento.

¿Sabrán los fans de las “hackatones para el bien” que nada de lo que hacen resulta porque más allá de la app necesitas trabajadoras y trabajadores?

Es como esas apps de vigilancia para controlar los contagios de COVID-19. Basura para no contratar trabajadores. Las apps de pandemia necesitan trabajadores: “Para tener éxito, los programas de localización de contactos requieren que las personas confíen en la entidad a la que están informando. La confianza se basa en la empatía, la paciencia y la capacidad de ayudar a alguien que acaba de estar expuesto a una enfermedad potencialmente mortal”.

Para triunfar en el mundo tech, finalmente, necesitas hordas de trabajadores y, si son mal pagados en un país de segunda categoría tipo Chile, Irlanda o Filipinas, mejor. Mira tú Facebook, con todos esos moderadores de contenidos apiñados expuestos 24/7 a toda la mierda del discurso del odio. O Airbnb, que debe ser una de las empresas que más odio por todos los efectos negativos de la gentrificación que produce, pero que necesitan miles de propietarios endeudados y en riesgo para florecer. Si por la pandemia quiebran, hacen pedazos a mucha gente con ellos, sobre todo en el tercer mundo.

Por eso me incomoda ver que la discusión de tecnología y crisis climática se concentre en, por ejemplo, la emisión de carbono. Sí, OK, pero van a inventar alguna tecnología más eficiente. El problema es la lógica extractivista capitalista higienizada con que siguen operando y que nos va a tener comiendo extractivismo verde por los próximos años.

Pero ante lo negativo, siempre vencerá el alto humor: cuando la industria tecnológica detrás del 5G inventan noticias para vender, se llama periodismo tecnológico, cuando se las inventan otros en época de pandemia, se llama fake news. Ah, mira.

En fin, d. Las quilas siguen floreciendo allá en el sur. Acá, la sequía se incrementa por la corriente de la niña. La gente en Chile, pese a la pandemia, ya se está animado a salir a protestar y el gobierno impune dice que quizás el plebiscito de octubre próximo no se haga “por la crisis económica” (?). Bolsonaro se parece cada día más físicamente a Hitler. Los gringos desecharon a Bernie A PESAR de la crisis climática. Pese a todo, la gente se embaraza y tiene hijes en una apuesta enorme de confianza con ellos mismos que admiro, siempre. Yo aprendo a cocinar y veo películas repetidas que me gustan y, la mayor parte del tiempo, diría, me siento bien.

Estoy leyendo un poquito de poesía y la Dani S. subió una de Ryan Eckes que me encantó y me hizo acordar de inmediato a ti y a gatito earth. 

Abrazo d, venceremos.