La desazón que tengo, Danae, y que me hace no querer pensar en eso, no fue pasar por cada uno de estos meses lentos y monótonos, sino darme cuenta, en este diciembre, que llevamos casi un año de pandemia. Esos recuerdos sentimentalistas del 2020 que, en circunstancias normales, me serían indiferentes y hasta entretenidos, hoy me achican el corazón cuando pienso: “sobreviví automáticamente durante meses, ¿por qué lo hice?”. Culpemos a la llegada de las vacunas: después de la euforia, en la antesala de la eterna espera porque lleguen a tu brazo, supongo que viene cierto bajón. Un vistazo a las ruinas modernas que te mantienen en pie.

¿Cómo te ha encontrado diciembre, mi querida amiga?

Para mi gatita earth, he estado leyendo cositas por ahí y por allá de Yuk Hui que, por lo demás, justo hace algunos días sacó un ensayo en e-flux. Me gusta mucho que plantee lo peligroso que el “progreso” sea hoy considerado un movimiento histórico hacia un objetivo unificado, que se niegue a cualquier idea de fragmentación y diversidad. Esta suerte de totalidad, de idea de que el mundo está al alcance de nuestro conocimiento completo y de nuestros cálculos, es una forma de reducir al mundo y, por ende, de perdelo. Y, por cierto, es también la vía hacia un final apocalíptico.

En este sentido, creo, Hui habla de la cultura monotecnológica, enmarcada en el Antropoceno, la cual explota “los recursos naturales de la Tierra en aras de la maximización de ganancias e impide a los actores adoptar caminos o direcciones diferentes, es decir, bloquea la tecnodiversidad”. ¿No es acaso que Yuk Hui le habla al extractivismo verde también que sigue con esa lógica monotecnológica pero con mejor prensa? Por lo demás, pienso que la monotecnología abraza la lógica apocalíptica, hacia la exacerbación del fin de los recursos, para expandir sin resistencia su dominio extractivista a horizontes impensados: el comportamiento humano -como estudiaría Shoshana Zuboff en su capitalismo de vigilancia- y, por qué no, la exploración espacial liderada por los inversionistas transhumanistas tipo Elon Musk que, como diría Hui, “quieren sacar provecho de que la tierra pierda su significado, como si dejar el planeta fuera una cuestión de cambiar de una nave espacial a otra”.

Igual, todo lo anterior, lo cuenta mejor Yasnaya Elena Aguilar. 

Leyendo a Hui, no dejo de pensar en Langdon Winner cuando decía que los cambios y disrupciones de la tecnología en la vida moderna quizás fueron aceptadas como inevitables, simplemente porque nadie se molestó en preguntar si habían otras posibilidades. El truco de la cultura monotecnológica es invertir con el mismo ímpetu en innovación como en el copamiento totalitario del campo de las ideas. Pero hay grietas: veía el ejemplo de una ministra de desarrollo social de Nueva Zelanda que, ante un piloto de Inteligencia Artificial que rankeaba el riesgo social de les niñes, terminó abruptamente el proyecto porque no podía permitir que gente del gobierno llegara a golpear la puerta de las casas de las familias pobres para decir, hola, estoy acá porque tu hijo va a terminar en la cárcel.

Me despido del 2020 con tres cositas para recomendarte, porque sé que las disfrutarás:
– “Europa sigue descubriendo América”. Esta historia es muy buena y triste y esperable. Las pinturas rupestres de Guaviare, Colombia, fueron anunciadas como un “descubrimiento” en reputados medios internacionales del primer mundo a pesar que se llevan estudiando desde hace 60 años en el país.
– Esta historia del fraude de la empresa Nikola (produce camiones de pila de combustible pero además querían construir una red de estaciones de servicio de hidrógeno) es realmente graciosa. Recomiendo mucho la parte del video promocional falso.
– El mejor video de la historia de la música latina, con el mejor cantautor y con la Pantoja post la cárcel: para emocionarse a morir.

Besos, D. Que el 2021, Juan Gabriel y su gato nos acompañen.
p.


Chao, no puedo, no puedo escribir después de ver el video que me mandaste. Nada va a estar a la altura ¿Y si convertimos este newsletter en una revisión de nuestras canciones favoritas? Si al final lo único que importa es la música y sentir todas las emociones, de verdad lo creo. 

Quizás ecología es simplemente posicionar la música en el horizonte, el horizonte de entregarte completamente a ella. De ser así, lo más ecológico que podemos hacer es apañar y promover ideas como la de la semana laboral de cuatro días y de esta forma tener más tiempo para dedicar a las cosas que realmente importan y de paso reducir el impacto ambiental en cantidades significativas, se estima que con un día laboral menos habría una reducción de un 24% en las emisiones de carbono. También lo digo porque cada día me desaniman más las soluciones institucionales que nunca quedan mal con nadie, mira, los Massive Attack compartieron el otro día este gráfico que muestra que los acuerdos internacionales intersectoriales por el medioambiente aportan pocazo a reducir los efectos de la emergencia climática.

En serio, vámonos a escuchar música, un youtubazo tras otro (jajaj te acordai cuando trabajábamos juntas y todos en la oficina se rieron de mí cuando dije que me sentía capaz de agarrarme a Justin Timberlake a puro youtubazo). Es que es una instancia tan buena, ahí usando unos parlantes exquisitos, teorizando y armando conexiones entre una canción y otra sin preocuparse de las estupideces del mundo ¿Viste al ridículo del ex ministro del medioambiente alumbrando su auto eléctrico? ¿Un auto que cuesta una suma que casi nadie puede pagar? ¿El auto al que más encima hay que meterle cinco mil euros cada cinco años para cambiarle la batería de litio? ¿El mismísimo litio extraído en Chile y que después de viajar por todo el globo vuelve al lugar de origen para el goce de un político mediocre? Hace unas semanas fui con mis amigas a una exhibición sobre el litio en el Nieuwe Instituut y debo decir que era bastante penca, iba con toda la fe pero había muy poca visión crítica sobre el problema, te puedes dar cuenta de mi frustración cuando ya ni el arte taquillero me entusiasma.

Hoy sólo quiero escuchar música, especialmente en esta época para perderme en las canciones navideñas más lindas que no me importa repetirme cada año. Para el black friday (qué vergüenza sólo escribir el concepto), la Greta Thunberg hablaba del problema ambiental que implica el nivel absurdo de tonteras que se compra la gente, la Sofi Huaiquil, mi tiktoker mapuche favorita, también una vez hizo un video en el cual tocó el tema de forma tangencial y decía que ponerse a comprar basura era lo que te garantizaba la entrada a la sociedad occidental racista. Me da vergüenza además que la industria tecnológica y sus supuestos fiscalizadores se hagan los locos con este asunto tan central que es el impacto ambiental y espiritual de la basura consumista (e-waste si hablamos específicamente de dispositivos tecnológicos) y desarrollen soluciones tan tontas y contraproducentes que solo un gringo podría conjeturar, como este ranking que hizo Mozilla para comprar caleta de mierda tech estas fiestas, pero ojo, cuidando tus datos. Porque obviamente llenarse de basura que no se biodegrada jamás y que termina en algún vertedero del tercer mundo no es problema para esta gente. Tampoco es problema la tracalada de aparatos que quedan inutilizables porque sus firmwares se dejaron de actualizar, la Shoshanna Zuboff también comenta sobre este tema en su libro The Age of Surveillance Capitalism: “nos estamos quedando sin alternativas, nos obligan a comprar productos que nunca podremos ni siquiera poseer y mientras tanto nos dedicamos a hacer pagos periódicos que financian nuestra propia vigilancia y coerción”.

¿Ves? Es un mundo demasiado idiota con el que simplemente no quiero dialogar, yo me voy a escuchar música y los que quieran me pueden acompañar y los que no ningún problema. Me llevo este lindo regalo de mi amiga la Annika Kappner que acaba de lanzar una meditación guiada que es parte de su obra AKWĀ, me siento muy afortunada de haber alcanzado a ver su muestra en Garage Rotterdam antes de que cerraran los museos. Le recomiendo a los lectores de la gatito que se tomen un tiempo si es posible y que hagan esta meditación a modo de cierre de este año raro 🙂

Y para terminar esta cartita también te puedo dejar una canción. Bueno, esto es un paradigma bastante distinto al de Juanga que es un semidiós, pero después de ver la serie de los viejos del rock latino no me puedo sacar este hit de la mente. Dos puntos importantes al respecto: primero quiero avisar públicamente que una vez vacunada no espero nada más ni nada menos que estar en los parques del mundo atracando con toda la gente que me gusta, tal como en el video de Zoom; y segundo, quiero hacer un llamado para que por favor no volvamos a usar las videollamadas de Zoom nunca más en la vida, peor aplicación del 2020.

Nos leemos el próximo año bb,

D

Realidad del atrape 2020