Hola amiga,

Te escribo desde el verano europeo tras darme cuenta que la emergencia climática es una forma brutal de viajar en el tiempo. Aquella es la propuesta de este artículo donde comentan cómo los recientes acontecimientos climáticos anormales como los más de treinta grados en Siberia estaban previstos para varias décadas más adelante, el tiempo como lo conocemos se acelera, ya no podemos planificar cosas a largo plazo porque en cualquier momento viene una pandemia-inundación-incendio y arruina nuestros planes. Claramente las proyecciones de vida de finales del siglo xx en las que compramos casas y procreamos durante años ya no son materialmente posibles porque el planeta está colapsando. Ya ni sabemos si llegaremos a viejas entonces no puedo evitar pensar sobre lo injusto y cruel de que hayan millones de trabajadores precarizados sin un poquito de tiempo libre siquiera. Me acuerdo de mi amiga Maya cuando me decía que yo era como un marciano que llegaba a la Tierra a encontrar todo absurdo, absurdo como esta información sobre los billones en metales preciosos que están en los vertederos del mundo ¡Metales preciosos que están en nuestros computadores! ¡El sensorium planetario se manifiesta!

Seguro que viste esto el otro día, es un tuit de Bárbara Astudillo, activista de la provincia de Petorca que trabaja por el derecho al agua que declara que no se quiere suicidar a través de una selfie. Lamentablemente es cada vez más común ver casos de activistas ambientalistas “suicidados”, entonces quienes temen ese destino usan las redes sociales estratégicamente para compartir públicamente que no tienen esa intención. Al respecto, te quisiera comentar en esta cartita mis impresiones sobre Who Killed Berta Cáceres?, libro de Nina Lakhani donde detalla la historia del asesinato de la activista medioambiental hondureña. Es todo mega terrible y profundamente neocolonial. En el crimen de Berta, Estados Unidos emerge como un claro responsable de todo lo que sucedió, es tan indignante el rol que cumple ese país horrible en la región y cómo promueven la destrucción de los ecosistemas para su beneficio económico y de las elites locales. El caso de Honduras es casi tragicómico, porque en el libro incluso mencionan a unos “empresarios” que se dedican al mismo tiempo al narcotráfico y a la energía solar, de manera que el holding completo se beneficia del impuesto reducido que obtienen las empresas “verdes”.

Me da pena que América Latina tenga democracias tan débiles, que megaproyectos que destruyen la biodiversidad sean aprobados sin siquiera considerar estudios de impacto ambiental. Para peor todo viene acompañado de campañas que consideran a todo opositor a este abuso como sujetos “anti-desarrollo”. ¿Qué se hace con esa pena? ¿América Latina está pedía? Pienso en Yukio Mishima cuando en Después del Banquete escribió que los seres humanos no pueden vivir en una tumba y me imagino que una fuerza de ese tipo era la que movía a Berta Cáceres y supongo que será la misma fuerza la que impida proyectos como los monstruosos data centers que Google pretende instalar en el hemisferio sur. Bueno, y si todo falla, al menos me entusiasma el arte automatizado y como nos sobrevivirá cuando todo esté aún más catastrófico, en conexión con eso te dejo esta foto de un nudibranquio, un molusco maravilloso que descubrí ayer en el taller de bots oraculares que hicimos con Annika, la Nadia Piet propone que a través de las formas y colores de un nudibranquio podemos ver el futuro ¿Podría ser?

Te mando un beso,

Danae


Amiga d,

Hay un texto que ya comentamos en Gato de Astra Taylor por otra cosa, que también habla de la crisis climática como viaje en el tiempo o, diría yo, más bien, como una superposición de dimensiones. Esto, porque los efectos que hoy vivimos del calentamiento global son las emisiones del pasado industrial. Quizás por eso cuesta tanto hablar sobre el asunto: en el fondo, desafiar la crisis climática es también enfrentarse al absurdo del tiempo lineal #guá.

De todas formas, estoy ahorita mismo en un viaje en el tiempo, al pasado de cosas que me perdí o que quiere revivir, y en todas, por cierto, me acuerdo de ti y de gatito earth.

Por otras razones, me topé con una entrevista del 2017 a Ben Hayes que me pareció interesante. En ese tiempo Hayes estaba trabajando sobre temas de refugiados en Europa y, a propósito de calentamiento global y desplazamiento forzoso de personas, dice que hay que tener mucho cuidado con las narrativas de la crisis climática, porque pueden actuar como lo que los estrategas de la seguridad llaman “multiplicador de amenazas”: hay nuevas amenazas allá afuera, hay que cerrar las fronteras, hay que multiplicar la vigilancia.

Esto me hizo mucho sentido con otro texto, uno del 2018 que recién leo ahora, de Douglas Rushkoff, que cuenta que le pagaron un montón de plata para ir a hablar de crisis climática con cinco super-ricos, todos varones, como se debe suponer. En la conversación se dio cuenta que a estos tipos no les interesaba saber de la crisis climática para pensar en cómo aprender de los errores y construir un opciones sustentables, sino que, por el contrario, lo que les interesaba en particular era saber el poder de las tecnologías para encontrar una vía de escape a la emergencia. En otras palabras, en esta realidad de “multiplicador de amenazas”, hoy prevalece el sálvese quién pueda.

En el texto, además, Rushkoff pega un palo que me encanta a toda esa academia que, en el privilegio, le sigue el juego a estos chicos ricos tech y se hace preguntas que, si bien filosóficamente entretenidas, son un pobre paliativo a la real cagada que está en el mundo debido al desarrollo tecnológico desenfrenado en nombre del capitalismo corporativo. Esto, by de way, me hace acordar a la decena de sets de principios éticos para la Inteligencia Artificial con los que piensan apagar los incendios creados por la INMORALIDAD de creer que los datos pasados de una persona -procesados por un software- son fuente justa para tomar decisiones sobre su presente y su futuro. Esto me tiene tan echuchada -sorry que por pega tuve que leer uno más de estos documentos- que inventé un chiste: 


Tres liberales blancos del Norte Global entran a un bar, piden una cerveza y producen un set de principios éticos universales #turumpsssst


Gracias, gracias.

También en mi viaje al pasado estoy viendo de nuevo Mad Men, que me encanta, y en consistencia con estas lecturas que te comparto -que a su vez se parecen a otras que hemos visto en gatito earth- me pregunto: ¿no es esa búsqueda de un “plan de huida” -sin lidiar con la mierda- también un gesto de las masculinidades modernas? Pongo cerrojos y me olvido de los desplazados o me subo en un cohete a Marte y adiós Tierra: las ruinas y sus cuidados quedarán para nosotras. Bueno, supongo que acá en el sur con nuestras necropolíticas en pandemia lo estamos padeciendo.

Mejor, amiga, te dejo con esta maravillosa intervención de Donna Haraway que lo resume todo.

Besos y abrazos

p.


PD: Me estoy súper alargando con esto, pero ¿cachaste que Facebook ya no hace fact-checking a información que niega la crisis climática? Esto, porque ahora la considera “opinión”. Genial, ahora la “opinión” que es PAGADA por la industria de fósiles sigue logrando adherentes y trae clics al negocito de Zuckerberg. Oye pero seguro que ya Facebook se comprometió a disminuir su huella de carbono y hasta desarrolló una guía de principios éticos, así que no hay problema.