Mi verdadero drama, querida D, es que tal como el galán latino Chayanne lo dice, daría todo por dedicarme solo a leer cosas para comentarlas en gatitio earth. Qué pereza todo lo demás.

Esto lo escribo en el día en que estoy de huelga feminista y lo he dedicado a leer a pata pelada y ahora a escribirte. Hoy es 9 de marzo, el día después de la marcha de casi dos millones de mujeres solo en Santiago de Chile, y es el día en que me entero que le pusieron la llave por fuera a Italia por el COVID-19.

Me debato, verás, entre el feminismo y el drama que, diré esto muy personalmente, es la mejor forma de feminismo.

Las civilizaciones se extinguen y fíjate si nos da un patatús a todes por un bicho inerte microscópico. Ah, todo indica que este siglo será de varias pandemias y quizás no sea el COVID-19 el que nos mate. Paciencia. Aunque toda la alarma me hizo recordar a algo que le leí a Edward O. Wilson sobre cómo la industria alimentaria se ha especializado en un puñado de alimentos para los humanos, dejando a mal traer ecosistemas que podrían darnos diversidad de alimentos, y mira tú qué pasaría si un día si este puñado de cultivos pasa por una crisis debido a una enfermedad microscópica. Ups, ya matamos todo lo demás. 

Lo que es claro es que si no nos mata, el COVID-19 sí será una excusa exquisita para acabar con nuestras libertades y derechos humanos y, obvio, la industria tecnológica tiene un papel preponderante allí. Primero en lo que (muy a lo gringo) acaban de bautizar como Infodemic, es decir, la pandemia de desinformación o los simples rumores en redes sociales que han levantado el pánico y el racismo producto de este coronavirus (no voy ni a entrar en los enormes problemas de Silicon Valley con la desinformación y el caso omiso que hacen de recomendaciones porque $$$$$). Y segundo, encontrando una excusa feliz para desplegar todas las capacidades de vigilancia ante la población.

Por lo demás, y pensando en que la epidemia y su histeria podría ayudar a disminuir viajes en avión y, por tanto, las emisiones de carbono, ¡los aviones siguen volando vacíos para no perder sus puestos de aterrizaje en los aeropuertos! SOMOS BRILLANTES EN EL CAPITALISMO. Srećko Horvat tuiteaba al respecto: ¡El capitalismo es el virus! A propósito, Horvat, se mandó un texto muy bueno -serio pero gracioso- sobre COVID-19. Habla sobre el pánico en el supermercado de la gente por acaparar bienes de consumo, pero, de verdad, habla sobre cómo el sistema capitalista es el que está roto o, quizás más precisamente, cómo el sistema capitalista es el que nos tiene rotos y cómo se hace notar aquello en momentos de incertidumbre.

Sea el  COVID-19 u otra de las al menos cuatro pandemias globales esperadas para este siglo la que acabe de una vez conmigo 😉, es importante aclarar que si bien aún no hay un link directo entre crisis climática y la aparición de COVID-19, hay diversos estudios (lo revisa extensamente Nafeez Ahmed acá) que indican que son los profundos cambios en el entorno natural que ha producido las actividades industriales los que han permitido que prosperen los vectores de patógenos de enfermedades como COVID-19. Y en países donde NO tenemos sistemas de salud pública preparados, donde tener a gente en cuarentena solo significa su sentencia a la miseria, este coronavirus quizás es el último llamado urgente para pensarnos las cosas bien. O pensar las cosas distinto. Y, por cierto, darnos cuenta que es la lógica de explotación (y sus consecuencias climáticas) lo que nos está llevando a los límites de la vulnerabilidad.

Ohhhh, querría hablar más sobre hacer las cosas diferentes a propósito de mi lectura de ¿Qué dirían los animales si les hiciéramos las preguntas correctas?, pero ya esto no parece una carta de amor, sino una sentencia de muerte. Jojo. 

Así que para hacer un giro, te mando un texto precioso que fue publicado en un diario de provincia y que habla que, desde octubre del 2019 (sí, octubre) en el sur de Chile están floreciendo las quilas. Lo hacen cada 70 años. Y cuando lo hacen, según los mapuche, “vienen crisis muy totales, “batallas muy grandes”, donde habrán muertes y hambrunas, dicen ellos. Pero también renovación y brotes nuevos: “Después del fuego, la lluvia y la vida jovencita””.

Oh, la vida jovencita. Qué belleza. Eso, eso, eso necesitamos.

Te regalo un gato que, entre cuarentenas y racismo, es el grito de la resistencia.
<3

p.


Amiga,

Ni en este rincón apocalíptico del internet podríamos haber anticipado que este número del gatito earth sería un especial PANDEMIA GLOBAL.

Yo le quiero dedicar mi cartita de este mes a alegar contra la dimensión colonialista de todo este desastre, de hecho tardé en escribirte porque quería terminar el libro Biopirateria: El Saqueo de la Naturaleza y del Conocimiento de Vandana Shiva. Ella es una activista e intelectual ecofeminista de India y trabaja por la soberanía agrícola, alimentaria y cultural de las comunidades del sur global y de sus mujeres, a quienes considera portadoras de la riqueza biológica de la Tierra 🙂

Me parece pertinente mencionar su trabajo porque varias de quienes trabajamos en temas de justicia digital comenzamos en este campo por un interés en propiedad intelectual y en cómo el internet podría abrir nuevas posibilidades para el acceso abierto al conocimiento. Como sabemos, eso nunca pasó y ahora habitamos un ciberespacio ultra vigilado en el que la gente consume lo que dictamina Netflix, Spotify y demases. Bueno, Vandana Shiva es una ávida opositora de las patentes y desarrolla su tesis principalmente en torno a la industria legislativa que se apropia de semillas, cultivos y de diversos tipos de conocimiento comunitario ancestral. Ella dice “las semillas son formas de vida, miembros de nuestra familia”, por lo tanto, la invención corporativa de las patentes constituye una inmoralidad neocolonialista ya que es éticamente inaceptable poseer un ser vivo.

Esta monstruosidad corporativa llamada derecho de autor, cuando se trata de medioambiente, es especialmente dañina porque al promover agresivamente los monocultivos, la biodiversidad se ve perjudicada y ésta no puede adaptarse a los cambios climáticos. Shiva dice que esto traza un proceso en el que el conocimiento de todo un planeta se reduce a las lógicas occidentales de ciencia y tecnología.

Qué lata que la idea de abolir la propiedad intelectual siga siendo percibida como una propuesta extremadamente radical, lamentable que mientras el mundo se vuelve un gran monocultivo de la mente haya gente creyendo que el acceso abierto al conocimiento es digitalizar pinturas de museos europeos.

Quiero que gatito earth sea una inspiración decolonizadora, para mí esa es LA alternativa que visualizo en este tiempo de pandemia ¿Viste este artículo desolador del Guardian? Es muy explicativo sobre cómo el daño a la biodiversidad es causante de las pandemias globales tipo corona virus y tiene que ver con lo que me mencionas en tu carta. Me da la impresión que en el escenario medioambiental estamos pasando por el mismo problema de tecnosolucionismo del que siempre nos quejamos, existe esa fantasía en la que una invención tecnológica todopoderosa solucionará nuestros problemas, sin duda una locura considerando que si la evidencia científica indica que estas enfermedades son causadas por la destrucción de la biodiversidad, una vacuna simplemente parchará el problema del virus en curso pero no comprometerá la acción estructural capitalista que cree que adueñarse de la vida es algo válido y que a su paso no deja más que una estela de muerte.

Así que eso, estoy chata de esta situación pero también estoy más convencida que nunca de mi amor por la vida. Me inspira el ecofeminismo, nuestra amistad, la quila que florece en el sur de Chile, los animales que han salido a reapropiarse de las ciudades en cuarentena y mi amado Albert Camus, que en su novela La Peste entrega una visión demasiado emocionante sobre cómo los seres humanos nos enfrentamos al poder de la naturaleza que siempre nos excede. Te dejo una foto de este hombre maravilloso y su gatito

xoxo

D